lunes, 21 de noviembre de 2011

Words are not food.


Tras la opresión de la monarquía absoluta, la nobleza terrateniente y sus secuaces, aquellas palabras sonaron a música celestial. El problema es que las palabras no se comen, se recuerdan durante poco tiempo y el pergamino sobre el cual se escriben se empapa de sangre enseguida.

2 comentarios:

Rose Elliot dijo...

Las palabras se recuerdan tanto tiempo como te interese o te convenga tenerlas. En el momento que dejen de parecerte importantes, el encargado de la limpieza cerebral actúa sin piedad. ¡¡Besos!!

Anónimo dijo...

Discrepo. Las palabras sí son alimento. Para el el alma, el espíritu, la conciencia, como quieras llamarlo.
De ahí la prudencia, la delicadeza, la atención que hay que poner al utilizarlas, para no ofender al "otro", al hermano, al ser humano con el que compartimos especie y destino. One world, one life, one destiny.